Sabemos que ser urbanita cuando llega el buen tiempo es duro: aglomeraciones, cemento y calor. Pero los espacios verdes están mucho más cerca de lo que crees. Sí, aún quedan rincones con plantas donde no han llegado los turistas ni la mayoría de locales. El patio de luces de una histórica tienda del paseo de Gràcia, la parte trasera de un teatro o la inspiradora terraza de una librería son algunos de los lugares donde te podrás aislar del ritmo de la ciudad. Disfruta de tu momento campestre porque, en cuanto cruces la puerta, volverás a la selva urbana.
Jardín de la casa Ignacio de Puig

Hotel Petit Palace Boqueria Garden (Boqueria, 10)
Fuentes para deleitarse con el sonido del agua, bancos de madera donde conversar y un jardín colmado de árboles y flores para pasear. No, urbanita, no estás soñando. Este oasis verde existe y se encuentra a escasos metros del bullicio de la Boqueria: el jardín de la casa Ignacio de Puig. Si quieres acceder a él, tendrás que pasar por la recepción del hotel Petit Palace Boqueria Garden: el primer jardín con zona de bar y ‘chill out’ pertenece al hotel; el segundo es tu destino.
En este patio de edificios del barrio Gòtic se oye a los pájaros cantar. Demasiado bucólico para ser real. Probablemente, te cruzarás con algún que otro turista que pasea embobado y con los clientes del hotel, que te mirarán con la complicidad de quien comparte un secreto. Los distinguirás al momento: caminan en zapatillas o en albornoz. Abierto todos los días de 10.00 a 19.00 horas.
Tienda Olokuti
(Astúries, 38)
Nada haría sospechar que en una de las tiendas de la concurrida calle de Astúries podría haber un jardín de lo más campestre. De hecho, muchos de los que entran en Olokuti, tienda bio y eco que vende productos de comercio justo, se quedan desconcertados ante tanto verde. Porque en Olokuti uno se encuentra con el jardín por casualidad. Paseando por la tienda entre libros cuidadosamente seleccionados, accesorios de diseñadores locales y varios productos con la etiqueta eco, de repente, «Bienvenidos al jardín de Olokuti». En el panel se explicitan las normas: no puedes consumir comida que no sea del establecimiento ni molestar a los vecinos. Vamos, sentido común. «Si la gente viniera con comida y bebida esto se convertiría en una ‘rave'», aseguran desde el mostrador. «Las normas del jardín son acordes a la filosofía de la tienda», explica Jaume Company, propietario del establecimiento. «Se debe respetar la convivencia con los vecinos», añade.
Acércate a la tienda, cómprate un paquete de té o café ecológico y sírvetelo tú mismo en el jardín. Podrás degustarlo con tranquilidad en alguna de sus mesas, rodeado de troncos, plantas y alguna que otra mala hierba. Aquí no hay lista de espera ni gente impaciente para ocupar tu asiento. Esta es la filosofía de Olokuti: vive y deja vivir. De lunes a jueves, de 10.00 a 21.30 horas, y viernes y sábados de 10.00 a 22.00. olokuti.com

Coctelería Torre Rosa
(Francesc Tàrrega, 22
¿Es posible saborear un Hawaii Blue debajo de una palmera en Barcelona? Huye del centro. Hay vida (y bares) más allá del Gòtic y el Born. Y algunos hasta te transportarán directamente a la Polinesia sin pagar billete ni sufrir horas de avión. En una de las mansiones centenarias del antiguo barrio de los indianos se encuentra la coctelería Torre Rosa, un establecimiento de corte clásico que cuenta con un espacio semicubierto y un jardín al aire libre. Ni rastro del ruido de los coches ni de las aglomeraciones de turistas.
«Nos enamoramos de esta casa indiana, que convertimos en coctelería e inauguramos en octubre de 1987», explica Jordi Reig, propietario junto a su hermano de este establecimiento, un negocio familiar que empezaron sus padres. «Queríamos encontrar un lugar que trasladara al visitante lejos de la ciudad y, cuando vimos el jardín, nos lanzamos de cabeza y restauramos esta casa indiana». Pero no solo es el ambiente tropical: en Torre Rosa trabajan la coctelería internacional y, en especial, la coctelería tiki. ¿Se te ocurre un lugar mejor donde tomarte un Mai Tai o un Painkiller? (La Polinesia no cuenta). Abierto de 19.00 a 2.30 horas todos los días, excepto viernes y sábados, que cierra a las 3.00.

Jardí del Silenci
(Encarnació, 62
Mil metros cuadrados de verde y una victoria ciudadana. Esto y mucho más es el Jardí del Silenci de Gràcia, un espacio gestionado por la Associació Salvem el Jardí 2014 que se ha convertido en el pulmón del barrio. Pones un pie en este jardín y te trasladas de golpe al campo. «Centro cívico al aire libre», avisan en la entrada. La puerta esta abierta a quienes se comprometan a cuidar y respetar esta parcela colectiva donde los vecinos tejen relaciones de solidaridad.
En el solar, que ahora pertenece al Ayuntamiento, hubo un convento y una escuela religiosa, ya que era propiedad de la Iglesia. Después de una larga batalla, los vecinos evitaron la venta del espacio abandonado para la explotación inmobiliaria y crearon un jardín para el barrio. «Tenemos grupos de crianza que vienen por las tardes y alguna escuela que trae a sus alumnos para fomentar la enseñanza al aire libre», explica Tuni Torregrossa, presidenta de la Associació Salvem el Jardí 2014. «Además, los árboles y las plantas están catalogadas, ya que uno de los socios es profesor de biología», añade. También es un espacio abierto a las actuaciones de grupos y representaciones de artes escénicas. Y los miércoles se hacen clases de taichí.
